Test del modo de afrontamiento
Este test de 91 preguntas te permitirá obtener tus puntuaciones en los 13 modos de afrontamiento. Los modos de afrontamiento son distintos estados emocionales o mentalidades que influyen en la forma en que las personas perciben las situaciones y responden a ellas, y que a menudo tienen su origen en experiencias vitales tempranas. Abarcan patrones de pensamientos, sentimientos y comportamientos que conforman el autoconcepto y las relaciones interpersonales.
Para realizar el test, introduce tus datos a continuación.
Pregunta 1 de 91
Puedo soportar cualquier cosa de las personas que son importantes para mí.
En desacuerdo | De acuerdo |
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El test de modos de afrontamiento emocional fue desarrollado por IDRlabs pero rinde homenaje al trabajo del Dr. Jeffrey Young, el Dr. Aaron T. Beck, la Dra. Joan Farrell y la Dra. Ida Shaw.
Algunos temas explorados en el test son:
- Niño enfurecido: este modo encarna sentimientos intensos de ira y frustración, a menudo derivados de experiencias pasadas de maltrato, negligencia o injusticia. Los individuos pueden sentirse abrumados por su ira, lo que les lleva a estallidos explosivos o comportamientos agresivos. Pueden tener dificultades para regular sus emociones y pueden arremeter de forma impulsiva cuando son provocados por amenazas o injusticias percibidas.
- Niño enfadado: similar al niño enfurecido, este modo implica sentimientos persistentes de ira y resentimiento, particularmente hacia aquellos que se percibe que les han hecho daño o traicionado. Los individuos pueden albergar rencores profundamente arraigados y pueden tener dificultades para perdonar o dejar atrás los agravios del pasado. También pueden mostrar un comportamiento pasivo-agresivo o participar en interacciones hostiles con los demás.
- Niño impulsivo: en este modo, los individuos actúan impulsivamente sin considerar las consecuencias, llevados por deseos o emociones inmediatas. Pueden adoptar conductas imprudentes, tomar decisiones impulsivas o buscar la gratificación instantánea sin tener en cuenta las consecuencias a largo plazo. Las acciones impulsivas pueden tener consecuencias negativas, como dañar las relaciones o hacerse daño a sí mismo.
- Niño indisciplinado: como reflejo de una falta de estructura o límites, los individuos de este modo pueden resistirse a la disciplina, la responsabilidad o el cumplimiento de las normas. Pueden tener problemas para posponer las cosas, evitar las tareas o tener dificultades para cumplir sus compromisos. Pueden dar prioridad al placer a corto plazo sobre los objetivos a largo plazo, lo que les dificulta alcanzar el éxito o cumplir con sus obligaciones.
- Niño vulnerable: esta modalidad engloba sentimientos de miedo, inseguridad y vulnerabilidad, a menudo derivados de experiencias de abandono, rechazo o abuso. Los individuos pueden experimentar una mayor sensibilidad ante las amenazas o el rechazo percibidos, lo que les lleva a comportamientos defensivos o a evitar la intimidad. Pueden buscar consuelo y protección en los demás, por miedo a sufrir más daños o al abandono.
- Sumiso complaciente: los individuos en este modo adoptan una actitud sumisa y complaciente, priorizando la armonía y evitando el conflicto a toda costa. Pueden reprimir sus propias necesidades y deseos para complacer a los demás, a menudo a expensas de su propio bienestar. Pueden tener dificultades para hacerse valer o establecer límites, por miedo al rechazo o la desaprobación.
- Protector distanciado: las personas en este modo usan el distanciamiento emocional como manera de protegerse del dolor. Pueden parecer distantes o indiferentes, evitando la cercanía para no sentirse vulnerables. Les resulta difícil conectar emocionalmente con otros por miedo al rechazo o la traición.
- Padre castigador: este modo representa una voz crítica interiorizada que se juzga y castiga duramente a uno mismo. Los individuos pueden experimentar una gran autocrítica, culpa y vergüenza, reflejando el comportamiento de los cuidadores críticos de su pasado. Es posible que se exijan a sí mismos un nivel de exigencia demasiado alto y reaccionen con dureza ante los fracasos o defectos percibidos.
- Padre exigente: similar al padre castigador, este modo implica establecer estándares y expectativas excesivamente altos para uno mismo. Los individuos pueden presionarse a sí mismos sin descanso, esforzándose por alcanzar la perfección y sintiéndose insuficientes cuando se quedan cortos. Pueden tener problemas de autocompasión y reprenderse por no cumplir sus propias expectativas o las de los demás.
- Padre disfuncional: en contraste con los padres castigadores y exigentes, este modo refleja conductas de crianza inadaptadas aprendidas de los cuidadores. Los individuos pueden tener dificultades para establecer límites saludables, expresar empatía o proporcionarse apoyo a sí mismos y a los demás. Pueden mostrar patrones de relación disfuncionales o luchar con la intimidad y la conexión.
- Niño disfuncional: este modo implica una regresión a un estado de indefensión o dependencia infantil en respuesta al estrés o a desencadenantes emocionales. Los individuos pueden sentirse abrumados por sus emociones, buscando consuelo y apoyo de los demás en lugar de hacer frente de forma independiente. Pueden tener problemas de autoconfianza y evitar responsabilizarse de su propio bienestar.
- Acosador: este modo engloba el comportamiento agresivo y hostil hacia uno mismo o hacia los demás como medio para afirmar el dominio o evitar la vulnerabilidad. Los individuos pueden involucrarse en agresiones verbales o físicas, buscando intimidar o controlar a otros. Pueden atacar a la defensiva cuando se sienten amenazados o inseguros.
- Auto-calmante distanciado: los individuos en este modo se desconectan de sus emociones y buscan consuelo o distracción a través de conductas auto-calmantes como el abuso de sustancias, comer en exceso o actividades compulsivas. Pueden utilizar estos comportamientos como una forma de escapar del dolor o malestar emocional, buscando un alivio temporal sin abordar los problemas subyacentes.
Cada uno de estos modos refleja diferentes aspectos de la experiencia emocional de un individuo y sus estrategias de afrontamiento, a menudo originadas por experiencias vitales tempranas. El objetivo es ayudar a los individuos a reconocer y abordar estos modos para promover la curación emocional y desarrollar formas más sanas de relacionarse consigo mismos y con los demás.
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